El Karma de Vivir al Sur
La Argentina al paso de sus años dejo de ser ese bello y seguro pais que conocemos y fue tomada por una negligencia absoluta. La gente adquirió, cada vez más, la necesidad de protegerse. No solo ante una nueva forma de hurto que comenzó a propagarse, en la que vastos grupos de jovenes adoptaron el deporte de ir corriendo entre los techos de las casas para robarlas por mera diversión; sino también, por la aparición de figuras extrañas en la Capital que empezaban a llenar de duda y de preocupación a los científicos. Estas exóticas figuras eran solo rumores, o, como querían instalar los medios de comunicación, inventos. Aun asi la gente ya se estaba inquietando. La tendencia de los robos, en cambio, se trataba de muchos jóvenes que se divertían en las noches llevando a cabo prudentes desfalcos. Aunque muchas veces se veía involucrada la violencia para con el dueño del hogar y en otras ocasiones, terminaban enfrentadas dos pandillas cuando se encontraban perpetuando el mismo objetivo.
Esta historia (o caso) transcurre en Trevelin. Un pueblo que siempre fue aburrido y adormecido, donde se cree que todos sus días son domingos. Está ubicado en el medio de la nada, en el Sur del país y la gente vive de manera anticuada, arraigada a costumbres en desuso, casi como si se hubiesen quedado en el tiempo. Tiene pocos habitantes, en su mayoría familias y son todos vecinos, por lo cual, se conocen entre todos. Exceptuando una sola casa, un poco más alejada del resto a la que, hasta ahora, nadie sabe quién la habita. Se crearon miles de mitos y creencias alrededor de esa casa.
La lejania pone a este pueblo en una posicion de victima ante la circulacion de informacion y noticias ya que, estas siempre suelen llegar tarde, o a veces, ni siquiera llegan. Esta vez, Rolo y sus
grupos de amigos en una lisérgica noche tuvieron la suerte de enterarse de una de las novedades por el privilegio de tener TV. Lastimosamente, solo se anoticiaron de la nueva usanza de robo y a falta de dinero y llenos de malevolencia, emprendieron la travesía de ponerla a prueba
en su poblado.
Su primera noche fue un jolgorio. Robaron muchas joyas de diversas casas con mucha cautela para no dejar rastro. Así que, en busca de más, al día siguiente continuaron con esta aventura que ya empezaba a alarmar a los vecinos. Días más tarde, ya habiendo cumplido su cometido al haber robado todas las casas sin haber dejado huellas, la codicia supero al pavor y, desafiando a todo mito, decidieron intentar robar la misteriosa y lejana casa. Cayo la noche, se colocaron sus máscaras y se encolumnaron detrás de Rolo para entrar, sin saber que lo que se encontrarían, aparentemente inhumano, convertiría aquel intento de robo en la peor decisión de sus vidas.
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